Al
corazón, la tibia golondrina
rastreadora
de la primavera,
que en
tus alteres te ofrendó sus alas
y
aprendió a zurear por arrullarte ,
sueles
llamarlo músculo cardiaco.
Al
pecho,
jaula angosta,
en que
por ti lo encierro
- ¿ O es entierro? ,
- - quizás en esto aciertes-es en tu jerga de apisonadora
simple
caja torácica.
Cada
sonrisa
es una
contractura muscular
que
obedece a un estado emocional y lábil
-sin
reglas claras-
Emisiones
de aire
que se
ajustan a un código preciso
y
moduladas convenientemente
son, en
tu argot ramplón, lógico-estructural,
mis
palabras .
Y un
poema,
constelación
donde mil mundos caben,
un
estrellado amanecer de imágenes
que
brillan, se consuman y se apagan,
es a
tus ojos
extraño
y preocupante desajuste
de mis
locas neuronas,
naufragando
en su nada.
Mucho
me temo que para ti el amor
-lo
pienso con frecuencia últimamente-
es la
rutina ,
triste,
burda-ritual-sabática.
Pues a
esa entidad
de
ubicación incierta e imprecisa
y de
existencia nunca demostrada,
dónde
nacen los sueños
y se
mantiene viva la esperanza
contra
viento y marea,
tú,
el hijo
de la santa
patrona
de auxiliares de primera
expertas
diplomadas
en
intercambios carnales- crematísticos,
libre
eres de llamarle
como
te venga en gana.
Que
cuando se nos nubla sin pensarlo,
el día
y cada hora
es esa
aguda púa ,caníbal de mi carne,
y
respirar abruma
porque
la angustia arrasa
cuando
la vida aprieta hasta que ahoga,
yo
voy a
seguir diciendo que me duele
el
alma.
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