El
silencio de nuevo, la clausura
del
labio a cal y canto, que te aboca,
quieras
o no, a amordazar la poca
alegría
interior que aún perdura.
Qué
terrible ejercicio de incordura
es
hacer lo sensato, que provoca
el que te vayas convirtiendo en roca
que
aguasales estériles supura.
Y
entonces ¿ Qué será de la milana
que te
habita y que quiere ir al encuentro
del
aire , hecha palabra evanescente?
Su
destino es sumirse en la desgana
y
ahogar, ruin, sus versos alma adentro
mientras
va agonizando lentamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario