sábado, 27 de febrero de 2016

El día de los lúcidos


Alguna vez
tenía que llegar  a reclamarme
el día de los lúcidos.

Hoy sí
voy a mirar de frente,
 por fin voy a atreverme a vislumbrar
lo que vale la pena ,
a dejarme
tentar por el peligro
de  la vida  exultante que deflagra
ante mis ojos secos.

A subvertir la historia y a lograr
que campen a sus anchas  en tropeles
las mariposas blancas sobre mis  prevenciones.

Porque yo sí que sé
qué color tiene el miedo, pues lo he visto
enturbiarme el fulgor de la mirada.

 Astillarme en los labios la sonrisa,
asaltarme el latido, hasta volverlo 
una insana  cadencia  que acongoja
y abruma el  corazón.

Porque yo sí que sé
cuánto puede pesar sobre los párpados
un tenue velo de desesperanza.

Voy a mirar de frente,
a buscar
la verdad ,
esa que dicen todos,
que  siempre duele   y que nos hace libres.

Valdrá la pena desangrarse a cántaros,
llorar sobre las ruinas que contemplas
y redimirte en tus contradicciones.

 Y ver cómo amanece
más luminosa y clara la mañana.







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