Ya sé que debería
hacer lo que conviene y entregarme
sin poner resistencia a la liturgia
del estremecimiento.
Que lo que toca ahora,
la luz me lo recuerda cada paso,
es crecer y medrar
con total convicción.
Pero yo ando instalada,
en el regazo sobrio del invierno
y hasta casi me gusta.
Su coraza de escarcha es un sitio seguro
donde nadie te exige
reverdecer apasionadamente
y delatar tu flanco
más sensible a los hielos.
Y ver como se agosta
de nuevo la esperanza.
Mejor dejar que pase de puntillas ,
sin más celebraciones ,
este tiempo incendiario de cánticos nupciales
y pólenes lascivos
Inexorablemente
conduce a la estación en que el silencio
de los nidos vacíos es mortal pesadumbre
de los nidos vacíos es mortal pesadumbre
Donde la lluvia llora
sobre el sudario deslucido y triste
que a la tierra le ofrendan las flores deshojadas.
que a la tierra le ofrendan las flores deshojadas.
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