domingo, 10 de abril de 2016

El corazón de la crisálida


Ya ha llegado Abril,
es lo que dice
el calendario y el Sol  lo certifica
subiéndose a lo alto y prodigando
 su rutilante  claridad  , 
que inunda
  de alegría celeste  los paisajes.

Seguramente el pájaro
siente plumas adentro un cosquilleo
que lo incita a cantar y a hacer un nido

Y  a la hierba le inspira
el ronroneo suave de la lluvia
el deseo imperioso de  volver
 a   ser de nuevo un lecho mullido y  libertino,
 verde esplendor salvaje.

Pero  en mí permanece 
la estación    del letargo   y los rigores.

 Enredado en mis  sombras  se ha quedado
 empantanado Enero,
y solo  me alimento de su ruin
aliento  malnutrido de atonías.

Dormir bajo la tierra es todo lo que piden
mis venas 
y olvidarse
de que por ellas debe  fluír  sangre   y deseo
 y que han de entregarle su  debido
 tributo   de pimpollos de  raso y estulticia
al dios de la pasión.


Yo ya no tengo el alma  para florecimientos .

Son demasiadas rosas malogradas
las que cargo en mi haber y eso da siempre 
un plus de sensatez. 

O de acobardamiento .


Ya ha llegado Abril...

Tapio a conciencia
la luz de mis sentidos.

No ver, no oír , no percatarse 
de que ahí fuera existen tentaciones
capaces de esquilmarte lo poco que  te queda

Bendigamos la inopia 
de la paz del capullo en que lo único 
que pervive es  la fe  , 
que le permite
al tierno corazón de la crisálida
continuar palpitando.

 Perseverar  soñando con que un día
terminará el invierno.

Que solo para él , 
para el asombro
y la delectación de sus alas abiertas,
 se incendiará en el  cielo la luz de la mañana.









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