Nada ha cambiado,
sigue siendo el cielo
un océano azul que se regala
inmenso a nuestros ojos, deslumbrándolos
con su simplicidad y revelándoles
la exacta dimensión de la belleza.
Y el prado sigue estando, como siempre,
salpicado de aromas y dispuesto
a acoger nuestro peso y a dejarnos
probar cuánto esplendor cabe en su hierba.
Cuánta pasión anónima,
dispuesta a ver la luz y a redimirse
se esconde ilusionada en nuestra piel.
Cuántos cansancios
soportan sin quebrarse nuestros huesos.
Cuántos cansancios
soportan sin quebrarse nuestros huesos.
*****
Seguro que resulta todavía
esta ocasión amena para muchos.
E incluso la perfecta para alguien.
Pero no para mí.
Siento una vaga
opresión sobre al aire que disuade
de la celebración.
Algo me dice
que mi tiempo pasó, que ya no hay huecos
en mi carnet de baile y solo quedan
apenas esos últimos compases
alegres de mi música.
Que solo soy un pétalo que finge
que danza mientras tiembla.
Una aprensión que intuye
que en la bancarrota de su carne germina y se hace fuerte
la estación agostada
*****
Sobre la brisa flota
un nosequé inquietante que recuerda
el aliento herrumbroso de Diciembre.
Todo me invita ser aceptación
ascética y prudente, a regresar
allí dónde no llegan los rumores
agitados del mundo
y a mirar hacia adentro.
A ver únicamente lo que importa.
Que he sido feliz
a ratos,como tantos,
y como tantos otros, comúnmente
me he sentido frágil,
perdida, vulnerable, desdichada.
Que soy afortunada por vivirlo
y por reconocerlo.
Por sentir
el apremiante impulso de mostrarme
profunda y totalmente agradecida,
de contarlo y cantarlo
con toda vehemencia verso a verso,
con toda vehemencia verso a verso,
antes de que la voz me desdibujen
los vahos de la escarcha
Y solo encuentre auténtico placer en habitar
Y solo encuentre auténtico placer en habitar
la estación en que medran,
definitivamente,
los silencios.
definitivamente,
los silencios.
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