vamos
consolidando la coraza
hasta
que ya no son una amenaza
los
besos ni los versos meretrices.
¿A
qué tanto añorar tiempos felices?
Callamos
que el sabor de su melaza
nos
provoca la náusea y nos embaza.
comer,
quieras o no, solo perdices.
Bienvenida,
estación de la mesura,
donde
la carne es cuero y ya no siente
ni
frío ni calor, placer ni daño.
Qué
libre se me antoja tu andadura,
qué
solitaria... qué clarividente...
Qué
malhallada, edad del desengaño
No hay comentarios:
Publicar un comentario