Y
la lluvia me hirió...
!
Quién lo diría!
Allí
donde los pájaros no alcanzan,
¿
Cómo he yo de llegar? ¿ Con qué reclamo
he
de hacer que las nubes se acomoden
a
mi necesidad,
forzándolas
a ser alas que sueñan,
llanto
agraz derramado sobre Agosto?
Brote
verde, temblor estremecido,
alberca
de la sed,
yo
la esperaba refrescante y grata
como
una bendición.
Si
la tormenta hubiese sido al menos
una
devastación sin paliativos,
una
pasión que todo lo devora,
que
masacra de cuajo la esperanza
y
el dolor a la vez...
Y
la lluvia, de gotas insolentes,
repentinas
y tórridas,
me
hirió,
yo
le devuelvo
un
diluvio de piedras hacia arriba
Imprecaciones
mudas,
un
rosario
de
reproches callados que se niegan
a
ser debilidad
dando
voz al lamento.
Quién
sabe si en el ímpetu que suele
unirse
a la impotencia hasta volverla rabia
consiguen
alcanzar los márgenes del cielo.
Y
en su silencio airado
lo
retan a que sea compasivo
y
envíe un aguacero de aquellos que nos salvan.
O
si no,en su defecto,
una
tormenta de granizo y furia.
De
esas que apiadándose
de
nuestra indefensión nos aniquilan.
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