La
oscuridad renombra
los
paisajes en torno, poniendo un suave manto
a las
duras aristas de la vida y el llanto
con
discreción lo encubre debajo de su alfombra.
Transitar
en silencio el Valle de la Sombra
sin
sentir el más leve indicio de quebranto,
incluso
descubriendo el aura de su encanto,
es algo
que me asombra.
La
mucha luz obtura
el
enfoque y obliga a ver el epicentro
de
nuestro interno enigma , hurtándonos su hondura.
Después
de que los ojos encuentran su acomodo
a mirar
hacia adentro,
con
claridad más diáfana consigues verlo todo.
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