martes, 20 de diciembre de 2016

Ambición


Suspiro en su ambición es cada fibra.

Crujido cada hueso en su aceptada
liturgia del quebranto .

! Qué alto queda el cielo,
quién se niega
el placer del poderlo conquistar!


Renegar de tu origen
mineral y marino.

Repudiar tu infinita
colección de miserias entrañables

No hay sal
para sanar la llaga tan vorazmente ubicua
de tanta vacuidad.

Febrilmente se afana
por ser fuego la piel.

Huele al fin
como a vara de incienso que se ofrece
en el altar de un sueño incombustible
a suavidad en celo,
a dulce incandescencia.

A carne transcendida,
heraldo crepitante que preludia,
el gozo de su éxtasis.

Al ansia
por someter a espíritu y  materia 
a la elipsis total,
por asumir
que incluso ser ceniza nos impide
gozar de lo más puro y más irrenunciable.

A la aceptación serena de que ahora
 sí que es ya inminente la hora del eclipse.

Postrimería oscura que anticipa
el placer de fundirse íntimamente
en quietud y en silencio con la nada.

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