domingo, 5 de marzo de 2017

Lo impredecible


El espacio es adusto. Huele a invierno
y a consunción endógena.

La oscuridad se palpa,
el silencio palpita;
la soledad se vuelve una presencia,
gravamen para el pecho dolorido,
y el aire es un agónico presagio
de vida disecada.

El pedernal vomita su prodigio.

Llamarada en la noche, seductoras
crepitaciones cálidas, fugaces
promesas de rubor, incandescencias
naranjas y amarillas: 
tentaciones
antiguas de la frágil
carne presa en sus límites:
atrapar el instante, ser de una vez por todas
pavesa ebria de música y color.

Pero en esa frontera en que existir apenas
es un suspiro huérfano, no queda
más salvación que el vuelo.

Y ocurrió una vez más lo impredecible.

El fuego fue fracaso, nada pudo
contra el tul de las alas,
se sabían
las hijas predilectas de la luz.


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