Reconforta
volver a contemplar de lejos
las cosas más risueñas de los días amables .
Yo bien podría
escribir los anales de los años oscuros
y los lustros sin lustre.
De aquel siglo de plomo,
en dónde la existencia
quedaba reducida a ver pasar el tiempo,
mirando ensimismada
musarañas de bruma,
tejiendo como ellas una tela invisible
de tristeza inefable ,
desamparo,
silencio y soledad.
Pero ¿a quién le aprovecha
revolver el estiércol
y hozar en las heridas?
Mejor mirar poniéndose
los anteojos rosas.
Redecorar tu mundo utilizando
lápices de colores,
reescribir tu historia a tu manera.
Contar únicamente
los días en que volvieron las alondras
a cantar en mi alero,
las tardes que esparcieron sobre el aire
su perfume las lilas,
las noches que alumbraron
con esplendor rabioso las estrellas.
Los ojos que han sabido
mirarme con tibieza y con ternura,
las manos que he tendido,
los besos que me han dado...
...El amor que yo di.
Habrá quien diga
que he perdido el juicio,
que miento,
o que fabulo
indecorosamente.
Pero ¿alguien nos dijo alguna vez
qué debemos guardar en la memoria?
La vida suele darte
media onza de cal
y cuarenta de arena
No hay Siglo de Oro
que no guarde cadáveres debajo de la alfombra.
Solamente los necios
en sus malos recuerdos se recrean.
las cosas más risueñas de los días amables .
Yo bien podría
escribir los anales de los años oscuros
y los lustros sin lustre.
De aquel siglo de plomo,
en dónde la existencia
quedaba reducida a ver pasar el tiempo,
mirando ensimismada
musarañas de bruma,
tejiendo como ellas una tela invisible
de tristeza inefable ,
desamparo,
silencio y soledad.
Pero ¿a quién le aprovecha
revolver el estiércol
y hozar en las heridas?
Mejor mirar poniéndose
los anteojos rosas.
Redecorar tu mundo utilizando
lápices de colores,
reescribir tu historia a tu manera.
Contar únicamente
los días en que volvieron las alondras
a cantar en mi alero,
las tardes que esparcieron sobre el aire
su perfume las lilas,
las noches que alumbraron
con esplendor rabioso las estrellas.
Los ojos que han sabido
mirarme con tibieza y con ternura,
las manos que he tendido,
los besos que me han dado...
...El amor que yo di.
Habrá quien diga
que he perdido el juicio,
que miento,
o que fabulo
indecorosamente.
Pero ¿alguien nos dijo alguna vez
qué debemos guardar en la memoria?
La vida suele darte
media onza de cal
y cuarenta de arena
No hay Siglo de Oro
que no guarde cadáveres debajo de la alfombra.
Solamente los necios
en sus malos recuerdos se recrean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario