A
gritos se anunció.
Bronco
venía
con
redobles de truenos,
pregonando
por las cumbre más altas, más adustas,
más
indomesticables de la sierra,
su
muy beligerante condición.
Yo
no lo oí llegar
solo
cantaba
con
la voz luminosa y cristalina
del
que cree que se encuentra a salvo en su jardín
,
,
que
tras sus altos muros
nunca
se acabará la primavera.
Llegó
lo inevitable,
ruido
y ruina,
el
sauce desgajado,
la
fuente enmudecida , condenadas
a
ser las más fragantes rosaledas
un
campo de despojos y aflicciones,
un
erial donde solo
pueden
medrar los cardos y las malvas.
Ahora,
que
,ahogada en el dolor , todos opinan
que
debiera callarme ,
que
no pretenda nadie que enmudezca
.
.
Debe
ser porque soy
un
intratable y hosco
animal
de borrascas.
Debe
ser que aprendí
a
ir sobreviviendo con ellas y a su costa
incluso a recrecerme con las tribulaciones.
Pero
mientras me quede
este
hilillo de voz casi traslúcido,
frágil
como un suspiro,
pienso
seguir impávida enhebrando
en
él esos arpegios de angostura
que
recuerdan sollozos
y
espantan a las lágrimas.
Alguien
debe de hacer
de
tripas corazón.
Alguien
debe tener la valentia
y
la insensatez para plantarle
la
cara a la tormenta.
Además,
es muy libre cada cual de vivir
los duelos y quebrantos que encuentra en sus camino
desgajándose el alma a su manera .
los duelos y quebrantos que encuentra en sus camino
desgajándose el alma a su manera .
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