Cante
llega
en el aire un cante,
como el
quejío
del
desvarío
de un
pecho herío,
triste
y amante.
Lamento
prendido
sobre el viento,
que
pone un broche
de oro
en la noche
con su
derroche
de
sentimiento.
Desflora,
en qué
bendita hora,
la
madrugada
que
ensangrentada
queda
hechizada
hasta
la aurora.
Tan
hondo, tan hondo...
tan
hondo tan hondo tan hondo...
la voz
serena
busca
la pena
que la
encadena
y la
cercena
y la
gangrena...
y la
envenena
y la
enajena
y la
condena....
sin ver
el fondo...
sin ver
el fondo....
Sin ver
el fondo.
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