Entre
parafernalias de fuegos de artificio,
otro día agoniza
otro día agoniza
y
sigilosamente,
como un
gato
- bien
pardo, por supuesto,-
otra
noche se acerca.
En cada
anochecer siento lo mismo:
la
extraña sensación
de
haber atesorado sin saberlo
algo
valioso y raro entre las manos,
un
pétalo, una pluma,
un
destello, una lágrima, un suspiro...
Y de
haberlo dejado huir sin darme cuenta.
Habrá
cantado un pájaro,
la
brisa habrá soplado sobre mi piel ardiente
alguien
me habrá sonreído,
alguien
me habrá mirado
sin
verme,
de igual modo
que lo
he mirado a él,
con los
ojos cegados de pura indiferencia.
Habrán
nacido niños
mientras
morían seres, tocados al azar,
en la
ruleta loca
de este
mundo que gira
y gira
y gira
y
continúa
devorando
a sus hijos ciegamente,
según
pide su inercia.
Y yo,
habiendo tenido el raro privilegio,
de
poder ser testigo de excepción,
absorta
como estaba en descifrar
mi
propio solipsismo,
ni
simple e involuntaria espectadora
he sido tan siquiera.
Entonces
sé que debo
remediar
mi descuido en lo posible
y, alevosamente y con nocturnidad,
escribirle
a la vida otro poema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario