domingo, 2 de abril de 2017

Destino


¿Quién puede
vivir mirando al mar y resistirse
a sus sordas y múltiples resacas?

¿ Quién dice que no siente
nostalgia de su Ítaca perdida
y sueña con pisar un día de estos
sus doradas arenas?

Mal medra aquel que suele alimentarse
de memoria y espuma.

Dulce arrullo,
la inquietante canción deslumbradora
que al oído susurra su espejismo
de plata en plenilunio,
de encajes de coral.

Pero yo te conozco, caracola.
Sé que callas
que el laberinto hueco de tu vientre
abruma a los abismos,
que tu alma fue pasto
de la espera y la sal .

En los ojos de todos los ahogados
hay un asombro opaco e infinito.

Y en los del desdichado soñador que contempla
la inmensidad azul desde la orilla
un vacío insondable
y un perpetuo,
brillo desolador, preludio de las lágrimas.

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