Un
cuchillo de luz
delgado
e insinuante ,como el .filo
de la
sospecha.
A
traición apuñala la oscuridad amable
que
pudiera servirnos de sudario.
La
noche, ese suspiro,
quebrando
la imposible
tormenta
de silencios desatada.
Un
tenaz gorgoteo
perturbador,
poblando
de
inquietud los rincones sin piedad
Ese
minuto
-siempre
parece el único, el postrero-
lento,
mordiente, agónico...
feroz,
interminable.
Cuando
ya todo es este
ardor
sobre los ojos.
Este
estupor alerta,
este
entumecimiento aposentado
indiferente
,inerme...
Esta intensa indolencia,
este
abandono,
del
alma que se muere por morirse.
Ya solo
te consterna
tener
que soportar lo incoherente
que
resulta tener que decidir
entre
la compasión y lo sensato,
lo
humano , lo sensible,
lo
justo...
Y lo
legítimo.
Oír el
respirar que se entrecorta
afán
del aire, breve,
y no
poder ahogarlo.
Detrás
de los cristales, a lo lejos
un
débil resplandor rosado anuncia
que se
acerca otro día.
Solo
pides
que
aunque a ti te aniquile vivir para contarlo
te
traiga la ventura de ser por fin el último
que
tengas que sufrir con tanta intensidad
y tan adentro
esa
dosis extrema de impotencia.
Que
tengas que sentir
cómo
duele dolerse del ajeno dolor
sin
poder aliviarlo.
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