Tejer y
destejer la letanía
de
palabras sin dueño, desterradas
de
oídos y querencias, destinadas
a
engañar la feroz melancolía.
Evitar
las urentes clientelas
de
suspiros solícitos que acosan
el alma
, que en su roce no descosan
un
hilván y dé a luz sus entretelas .
Yo
también amo el mar. Me siento grácil
gaviota
que a su ritmo se acompasa.
Ser
isla desde nunca ha sido fácil
Qué
Ítaca soy yo Y ya no quiero
ser
roca en cuya carne el tiempo pasa
! Pon
rumbo hacia mis brazos, marinero...!
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