Miro
mis manos.
Cada día más
son las
de mi madre.
La
misma piel marchita,
las
mismas manchas ,
los
mismos dedos largos...
...la
misma vocación sobre sus yemas
de
regalar caricias.
Pero
ellas tuvieron a su alcance
la
ventura de materializarla.
Las
mías solo pueden
palpar
inútilmente la epidermis del aire.
Y
comprobar con qué exclusividad
la
pueblan los vacíos.
Sentir sobre su piel
como las desazona el dolor invisible
que produce la ausencia
de otra piel añorada en la distancia.
Sentir sobre su piel
como las desazona el dolor invisible
que produce la ausencia
de otra piel añorada en la distancia.
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