Nacemos
para ser runrún de fondo
en el
ruido caótico del mundo.
Carne
de bulo urgente
para
usar y tirar,
preámbulo
de olvido.
Solo
los elegidos de los dioses
consiguen
ser leyenda.
Los
demás nos debemos
al
lápiz inclementes de los otros,
que a
mano alzada pintan
toscas
caricaturas de perfiles
- tan tópicos y típicos-
carentes
de rigor o sutileza.
Antes
de que la vida me enajene
mi
existencia y dibuje
una
mala parodia de mí misma,
concededme que sea quién la invente.
Yo soy de verso fácil.
Me sobran resplandores
de espejos estrellados
Me sobran resplandores
de espejos estrellados
y filos
emergentes de rincones oscuros.
Me
basto para urdir mi propia fábula.
Para
dársela al aire
-si
quiero-
y
permitirle
que al
mundo y su inclemente dictamen se la entregue.
Y hasta
consentirle al tiempo deslizarse
sobre
sus apariencias
y sin
prisa y sin pausa la vaya atemperando.
Rumor
de una verdad
que fue
sangrante un día.
Que
prestó su pasión para colorear
el
instante de magia e inconsciencia
en que aún florecían sobre nuestros despojos
con liberalidad las amapolas.
en que aún florecían sobre nuestros despojos
con liberalidad las amapolas.
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