Aquí
tienes mi noche, pues la quieres.
Más
amena y más corta cada hora
ha de
hacerte la gracia enredadora
que de
serie traemos las mujeres.
También
te doy mi afán de cada día,
cada
paso que doy va dirigido
a procurarte un mundo más florido
sin
rastro alguno de monotonía.
Es tuya
, noche y día, así buen uso
le des, mi carne, exquisitez de nardo,
como si
la sometes al abuso.
Mi alma
no te doy, sobremanera
la
celo, porque virgen me la guardo
para
dárselo al hombre que me quiera.
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