Hoy
debería ser
uno de
esos días luminosos
en el
que el aire es tan transparente
que si
siquiera pesa y va impregnando
el
pecho de la gente de exquisitas
fragancias
hechiceras.
Y sin
embargo aquí estoy yo, sofocada
en
acidez granítica y en sórdidos rumores.
Hoy
debería ser un día amanecido
para
fluir por cauces satinados
de
plácida tersura
entre
goces sencillos hacia ocasos serenos
y no
este resquemor
de
sangre descarriada.
Hoy
debería ser una noche de esas
en las
que a nadie acecha una congoja
en las
que solo cabe concebirse
preñado
de la más pura ilusión
y
rezumando albricias
Sembrar
de paradojas
los
solares de sal,
donde
los años
fueron
depositando como un légamo
perdidas
esperanzas
y
domesticidad,
así es
la vida.
Y, luego, cosechar contrasentidos.
¿Cómo
se puede recordar aquello
que jamás se vivió?
Sadismo
puro,
con tal
de atormentar nuestro retiro,
fiel la
memoria del envés del éter
guarda
la imagen de las emociones
que
casi ni supimos que soñamos.
De qué
modo se vuelve
un
angor insufrible la añoranza
por
todo aquello que nunca se perdió,
pues
nunca se ha tenido.
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