Más
allá de los márgenes construyo
mi
torre de cristal, mi estrafalaria
guarida
de apariencia carcelaria,
a base
de amasar miedo y orgullo.
Urdo en
ella una vida imaginaria
en el
reino apacible del arrullo
en la
que me extravío mientras huyo
del
mundo de manera voluntaria.
Desde
fuera parece un glamouroso
estilo
de existir ,que abrazaría
sin
poner objeciones el más necio.
Aquí
dentro se impone un insidioso
olor acre, que cuenta qué agonía
es que
la soledad sea su precio.
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