Voy
mezclando los óleos agrisados
de mi
vida con otros más vistosos
ya se
sabe que así disimulados
resultan
mucho menos agraviosos.
¿ Pues
quién iba a comprarme los lustrosos
resabios
de mi ayer , bien conservados
en
vinagre y en sal, ni los mohosos
que en
lágrimas quedaron anegados?
Es más
fácil vender agua de aurora
y
suspiros de brisa , aunque no hay nadie
que
sepa lo que son ni de chiripa.
Al fin
y al cabo enamorar la hora
presente
es lo que cuenta, hasta que irradie
su luz
sobre el angor que se disipa.
En mi
elixir, no el zumo que consagro
sino la
pétrea fe, hará el milagro.
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