Vamos
publicitando por rincones cohibidos posturas escafándricas.
Vamos
desdibujando los impulsos de estopa
de
la virtud salobre a fuerza de estoicismo
sobre
el altar mayor del sin remedio.
Vamos
dejando hilachas de estertores
que
escupen copos cínicos
de
maíz sazonado con un e-nosécuántos
-
muy bajo en calorías-
y
de angustía transgénica
sobre
todos los fobias a las almas fauvistas que tiene el horizonte.
Y
no nos pasa nada
en
la voz.
No
nos tiembla
ni
se nos vuelve fetidez de estiércol.
Ni
nos crecen jardines de algas radiactivas sobre la anafilaxis de la
lengua
profesa
en las encíclicas.
Ni
en los dientes anidan legiones de paisano de cucarachas lúcidas
Ni
llegan relamiéndose ríspidos clavos tallados en berilo
para
crucificar la carnosa elocuencia de los labios
culpables
de anatema y osadía.
Ni
el cielo se derrumba .
Ni
varían su rumbo las terribles manadas de tragedias que acaban de
rifarse
-
¿ A quién le tocará? ¿ Quien tiene el cuatrocientos
millones
ochocientoscuarentayochomildoscientosdiecisiete?-
que
que viene a nosotros, vía Obús-Exprés, desde el infierno.
Ni
siquiera desiste
de
comerse-primor sobre el alero-
su
botín de lombrices aquel pájaro.
Sólo
nace un poema.
Y
alienta , como todos,
en
su candor ,las fuentes
de
nuestra fantasía,
En
un absurdo anhelo irredimible
de
ser eternidad.
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