viernes, 15 de septiembre de 2017

Naufragio interior


Si el mar no fuese azul,
si el mar no fuese ameno y rumoroso,
si el mar no fuese inmenso
y bravo,
e indomable,
nunca sería el mar.

Ni yo habría sentido
esa fascinación que me obligaba
a intentar abarcarlo.

Sonsacarle
a sus ritmos los secretos.
Presentía,
que hay otras orillas más allá de los límites
de mi pequeña y solitaria ínsula,
tendidas a la luz,
doradas y adoradas
por la obsequiosidad del oleaje.

Siendo ,como soy, tierra, cautiva de lo sólido,
de algún modo sabía
que solo al entregarme apasionadamente
a conquistar el agua
podría liberarme.

Y debía intentarlo.

El riesgo era perder
 las cuadernas del alma en el intento.  

Soy una barca vieja, fatigada
de bregar con la brisa
a la que ya no inspiran pasión los oleajes.

Que dice entre suspiros el nombre de su puerto
y recoge sus velas


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