martes, 17 de octubre de 2017

Hubo un tiempo


Hubo un tiempo benévolo
en el que aún surcaban los cielos los augurios
previstos en los libros
y la lluvia,
más allá de tersar los tulipanes
y limpiarnos los pies de mil cansancios,
nos dejaba el regalo y la sorpresa
de un esplendor inédito en los ojos.

Hubo un tiempo bendito
de estaciones solares y eclipses previsibles
en el que se podía fácilmente
amar la vida sin ningún recelo,
dejarse violentar por un futuro
que se antoja tan nítido que deja
concebir un atisbo esperanza.

Hoy las nubes parecen
veleros navegando a la deriva
y las garzas se estresan intentando
recordar el fulgor en que reside
el rumbo dibujado sobre el aliento dulce
de las adormideras
capaz de conducirlas sin tropiezos
hasta el redil del Sur

¿En qué lucero se quedó dormido
el plus de claridad que nos redime
del espesor larvado de las horas
que gravita en los párpados?

¿A dónde hay que mirar para agenciarse
un ramillete de alucinaciones?

Flota en el aire, pálido, el acorde
del ave del ocaso.

Hubo un tiempo...

Y ahora...

Apenas si hay ya tiempo para nada.

Aunque aún consigo que me alcance
para rememorar agradecida
la tarde clara en que gocé aquel beso.

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