Después
de que agotamos las fuentes del gemido,
dime,
¿qué más cosquillas nos quedan que tentarnos
a ti y
a mí , que puedan llegar a entusiasmarnos
y
hacernos disfrutar por tiempo indefinido?
Somos
dos perros viejos a los que ni el fingido
resplandor
de la Luna consigue engatusarnos,
solo
nos queda el gusto mísero de espulgarnos
y , con
suerte, dar cuenta de un hueso ya roído.
Qué
trágico universo de las bajas pasiones
en los
que los silencios son lanza y son coraza
de las
almas que sienten pasión por la clausura.
Vemos
cómo colapsan nuestras constelaciones
mientras
que la alegría, anémica, adelgaza
y la
noche es más larga , más fría y más oscura.
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