miércoles, 27 de diciembre de 2017

Razón de latir


No es excusa bastante el que tremola
por ser fiel a la brisa, o el que imita
el vaivén que desangra a la amapola
sobre el trigo extasiado que crepita.

Ni que deba plegarse a la inaudita
sinfonía de azules que ola a ola,
cadencia hasta el dolor, silente grita
en mar en su oquedad de caracola.

A veces me pregunto si es que existe
la justificación para el latido
de un corazón tan monocorde y triste.

Pero si es por amor, del disparate
tenéis la explicación, es bien sabido
de siempre que es un loco de remate.

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