Te has
ido acostumbrando poco a poco
a
soportar ,provista de una pose
de una
cierta elegancia ,
el peso
de esos días plomizos, que transitan
por
caminos sin nombre,
cuyos
pasos
no
dejan ni una huella sobre el polvo
de esta
tierra de nadie.
A
masticar derrotas
sin un
gesto
de
desencanto o rabia.
A
convivir ,
armada
de paciencia y de cinismo
con
tanto desengaño y tanta soledad.
A
apacentar silencios
y a
ordeñarles
el
encanto que guardan.
A
escuchar
el extenso muestrario de los ruidos
que te
rechinan dentro
y a
extraerles
esa
pizca de música chill out
que te
serena el alma.
A
callar y a saber
que
ahora
eres
ya muy capaz de aproximarte
a pecho
descubierto
con las
manos desnudas
y
armada solamente con una irreductible
y feroz
resiliencia
a esa
que será probablemente
tu
última batalla,
teniendo
la certeza de que nunca
te
darás por vencido.
A sospechar,
- son muchos los indicios , más que nada
esta inquietante ausencia del dolor-
- son muchos los indicios , más que nada
esta inquietante ausencia del dolor-
que estás
ya casi muerto.
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