NO
ser
por
NO decirse,
NI
un gesto NI un suspiro,
NINGÚN
verbo
fútil,
NINGUNA
alocución
prefabricada al uso
que
de lejos se entiende
que
gira siempre en torno al mismo tema
cansado
y recurrente, nuestro ombligo
y
su chispa de luz.
Porque
hablar de nosotros
es
la mejor manera de espulgarse
el
mínimo dolor
y
convertirlo en mito . En el silencio
hay
que buscar las claves del olvido,
que
si no nos redime, nunca tiene
tentación
de juzgarnos.
NUNCA
la
voz,
JAMÁS
el
alegato
NO
ser NADIE,
mejor,
reinterpretarse
en NADA, evaporarse
hasta
que las palabras te abandonen.
Para
que entonces puedan
ocupar
los espacios liberados
las
esencias más puras de la música.
Las que sabes que llegan y regalan
su
sorbo de consuelo al corazón.
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